sábado, 1 de enero de 2011

Dejó un cigarrillo en vertical, con el filtro hacia abajo, en el centro del escritorio. Acomodar las cosas con tal simetría, que el mínimo cambio que desfigurase la perfección de artista acomodador de escenarios pudiera dar cuenta o avisarle cuándo encenderlo. Como las cosas que se desean y después… no lo hay. Sobre la latencia inconclusa de la desaparición de la energía, cuando se fluye libremente y en un instante todo se detiene. Y es ese instante el que medita el asombro. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es en ese instante, que el asombro se hace sujeto: y uno, hasta entonces un fluyente más, objeto, mero espectador y a la vez expectación del instante.

damian dijo...

No soy anónimo, soy Damián, sorry. No sé por qué a veces blogger hace estas cosas.